Todos conocemos a Pinocho, especialmente gracias a Disney y su película (Pinocchio, 1940). También sabemos que el personaje procede de otro cuento anterior, obra del italiano Carlo Collodi. Hoy podemos decir algunas cosas más, no tan conocidas, sobre éste y otros personajes que nos servirán para entender mejor por qué surgió Pinocho, y qué trasfondo moral hay en él.
Pinocchio –así es originalmente en italiano- aparece por primera vez en 1881, en diversos episodios publicados en el periódico italiano Giornale per i Bambini (Diario para los niños) agrupados bajo el título Storia di un burattino (historia de un muñeco). Su autor era Carlo Lorenzini, el cual había cambiado unos veinte años antes –en 1860- su nombre literario por el de Carlo Collodi, pueblo de su madre.
En el nacimiento de Pinocchio hay un trasfondo moral que no podemos obviar, aunque éste debe ser muy matizado pues, aunque a simple vista pueda parecer que el cuento se escribe para orientar a los niños, hay que situarlo en el contexto de otros cuentos morales y entonces nos daremos cuenta de que Pinocchio inicia una línea “algo menos moralizante” que otros que le precedieron.
En principio, Collodi es un escritor realmente preocupado por la moral, la justicia y la educación. Había nacido en 1826, lo que significa que cuando empieza con Pinocchio tiene ya 55 años. Su vida le hizo conocer varios ámbitos que le irán marcando sucesivamente: en 1846 entra a trabajar en una librería, lo que le inicia en la literatura; en 1848 su idealismo le lleva a sumarse a las luchas por la independencia italiana frente a Austria en varias ocasiones, así como a fundar publicaciones reivindicativas como Il Lampione (El Farol) y colaborar en otras muchas. En 1860 consigue un puesto de censor teatral y funcionario, lo que le obliga a supervisar la moralidad de las creaciones literarias y a conocer los textos pedagógicos como serían los de Baccini o Thouar (que citará luego en el propio cuento). Traducirá posteriormente cuentos morales franceses de Perrault o de Madame D´Aulnoy, a partir de 1875, y por su mismo oficio le encargarán la actualización de otro libro ejemplarizante, el Giannetto (Juanito), de Parravicini, lleno de severos ejemplos de lo que se espera de un niño bueno y serio. Serísimo, díriamos hoy.
Collodi escribe así su Giannettino en 1877, en el que apenas pudo quitar algo de hierro al Gianetto de Parravicini. Collodi pensaba que los textos existentes hasta entonces eran demasiado pesados y por ello nada atractivos a los niños. Ello le hizo madurar poco a poco el proyecto de un cuento “moral pero menos”, más ligero que los contemporáneos. Así surgió Pinocchio, el muñeco, al que quiso dar algo más de espontaneidad y permitirle errores que no le condenaran a una perdición irrecuperable, como hacían otros cuentos. Un ejemplo lo tenemos en el final mismo del relato: hoy conocemos ese final consistente en que el muñeco lucha heroicamente por recuperar a su padre Geppetto y que en premio el hada le convierte en niño, pero debemos saber que Collodi no pensó nunca en ese final tan ejemplar, pues tras unos pocos capítulos periodísticos el personaje muere a manos de otros. Fue la presión de los niños la que obligó a Collodi a resucitar al muñeco y prolongar mucho más sus aventuras (de forma semejante a lo que le ocurrió a Conan Doyle con Sherlock Holmes, o más recientemente a Superman). Por tanto, el Pinocchio de Collodi fue un intento de hacer un cuento más ligero que el Gianettinno del mismo autor, que a su vez intentaba ser más ligero que los restantes de su época.
Pero ahí no acaba la cosa. Pinocho pasó a España, y en ella fue editado como Las Aventuras de Pinocho hacia 1912 por la famosa editorial de Saturnino Calleja, cuyo hijo Rafael hizo la traducción. En esta editorial colaboraba el ilustrador y creativo Bartolozzi, madrileño de familia italiana, quien luego continuó su producción retomando el personaje y adaptándolo a unos escenarios españoles a partir de 1917, con nuevas aventuras y nuevos personajes. Bartolozzi incorporó a Chapete como el opuesto a Pinocho, o a Pipo y Pipa a partir de 1920. Chapete es aún más disparatado y travieso que Pinocho, haciendo de éste la parte “seria” de la pareja y llevando sus aventuras a terrenos mucho más cómicos y menos moralizantes que los pensados por Collodi. El momento cultural se prestaba a ello, en plena I Guerra Mundial (recordemos que a raíz de ella nace el dadaísmo) y en pleno origen de la literatura y el teatro del absurdo (Valle-Inclán).
La película de Disney de 1940 romperá esta línea y retoma el tono moralizante, quizá por estar enmarcada en otra Guerra Mundial en la que los Estados Unidos hacían el papel de garantes del bien en la lucha contra el mal. No sabemos si a Collodi le hubiera entusiasmado la película. Lo cierto es que ésta no tuvo éxito, no obstante lo cual podemos decir que, al margen de todo lo dicho en párrafos anteriores, la película es deliciosa así que recomendamos ésta para los niños y el cuento para los no tan niños.
tengo los originales cuentos del verdadero pinocho del 1920 …..muy bonito historias…de verdad gracias al creador por pensar en los niños…. es una reliquia estan algo viejos pero buen recuerdo…
Pedro enrique o quien sea que lea este mensaje, por favor, como puedo conseguir los cuentos de Pinocho y Chapete y todos los que hay!
Mi abuela me los contaba y hoy trato de contarle a mi hija lo poco que me acuerdo!
Ayuda!