Los nombres que ponemos a nuestros hijos están sujetos a tendencias, como todo lo demás. Hay épocas más permeables a lo exterior y otras más “castizas”; épocas de nombres más “religiosos” y otras más “ideológicas” (ejemplo prototípico es el nombre “Libertad”).
Sin embargo a veces podemos llegar a conclusiones precipitadas, sobre todo cuando hay nombres que creemos ser extranjeros y concretamente anglosajones. Débora es uno de ellos, quizá porque las famosas que conocemos con ese nombre o sus variantes vienen siempre de Hollywood: Deborah Kerr, Debra Winger, o Debbie Reynolds.
Si analizamos la evolución de las Déboras en España, veremos que tuvieron su década dorada en los 80 del siglo XX. Ello se explica, muy posiblemente, por el éxito que en dichos años tuvo la actriz norteamericana Debra Winger (su eclosión llega precisamente en los años 1980 en Urban Cowboy con John Travolta; 1982 en Oficial y Caballero con Richard Gere; 1986 en La fuerza del cariño con Shirley MacLaine y en Peligrosamente juntos junto a Robert Redford, o 1989 en El Cielo protector con John Malkovitch bajo dirección de Bernardo Bertolucci). El influjo de una actriz o personaje de éxito en el Registro Civil es indudable, bastando recordar las Demelzas que en los 70 siguieron al éxito de la serie Poldark, o las Vanessas a que ya hicimos alusión en otra entrada y que habrían venido influidas por la monumental actriz Vanessa Redgrave. Consultando las cifras oficiales, veremos cómo las Déboras censadas en España aumentaron espectacularmente de 830 en la década de los 70, a 2.320 en los 80; a partir de ahí se inició un declive en los 90 (con 1839) y más aún en los 2000 (con sólo 365). En lo que llevamos de década del 2010, el descenso es aún mayor, lo que significa que no hemos tenido una Débora famosa que nos sirva de inspiración.
Pero Débora no es un nombre anglosajón, como tampoco lo es Vanessa (que ya vimos que fue inventado hace 300 años por Jonathan Swift, el creador de Gulliver). Débora es un nombre bíblico, de origen hebreo y significaría abeja, o laboriosa como las abejas.
En la Biblia representa un papel muy interesante: además de profetisa, es la única mujer que figura en la lista de los llamados Jueces (Antiguo Testamento, Libro de los Jueces, capítulos IV y V). Dicha parte, de autor anónimo aunque atribuíble posiblemente al profeta Samuel, nos habla de los líderes que tuvo el pueblo de Israel tras escapar de Egipto y obtener –gracias a Josué- la victoria sobre los ocupantes de la tierra de Canaán. De ser un grupo nómada pasó a sedentario y agricultor, lo que supuso un cambio total de vida que precisó de jefes resueltos: los Jueces (cuyo sentido era el de “Gobernantes Libertadores”, más amplio que el actual, reducido a los que imparten justicia). Uno de ellos fue Débora. Los textos hablan de “una profetisa llamada Débora, esposa de Lapidot. Ella se sentaba debajo de la palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la montaña de Efraím, y los israelitas acudían a ella para resolver sus litigios.” Se nos cuenta también cómo, con sus dotes proféticas, guió al hebreo Barac para que triunfara sobre el caudillo enemigo Sísara, liberando a los israelitas de una gran amenaza. En cuanto a su final, se nos dice también en el Génesis, 35-8, que “Entonces murió Débora, ama de Rebeca, y fue sepultada al pie de Bet-el, debajo de una encina, la cual fue llamada Alón-bacut”.
Tenemos por tanto en Débora a un destacado personaje femenino de la antigüedad, al que sus compatriotas acudían para que impartiera justicia y cuyo liderazgo era primordial en los momentos extremos. Pocos más ejemplos tenemos en la Biblia (Rut, Naomí, o la reina Ester), por lo que bien vale conocer el caso de esta Débora, y saber que como tal nombre integrado en el cristianismo tiene su día en el santoral: el 21 de Septiembre. Algunos han querido ver en este personaje un embrión de feminismo; otros, por el contrario, lo toman como muestra de un tiempo inestable, partiendo de una interpretación del libro de Joel que predijo que surgirían profetas y profetisas. Nosotros no podemos entrar en tantas profundidades; por hoy nos contentamos con saber que Débora es un nombre mucho más cercano a nuestra cultura de lo que parece.