Este juego es típico entre los de mesa -o de salón- pues es muy fácil practicarlo: es sencillo de entender, cómodo de guardar, no requiere esfuerzo físico ni importa el número de jugadores. Sólo precisa concentración y buen pulso. Es el Mikado, también llamado “juego de los palillos chinos”.
La base del juego, tal como se entiende generalmente, es la de un conjunto de palillos que se dejan caer para luego ir recogiéndolos de uno en uno sin mover los restantes. La propia simplicidad del mecanismo hace que las variantes estén en la forma de puntuar más que en las reglas del juego. Así, junto a las formas más sencillas que atribuyen a todos los palillos un mismo valor, hay otras que distinguen varias clases de palillos, dando más puntuación a las que menos unidades tienen. Las primeras variantes son las más fáciles de practicar, suelen brindarse a los más pequeños. Las otras, que ya muestran dibujos diferenciados en hasta cinco categorías y en puntos diferentes, resultan idóneas para niños más mayores o directamente para adultos pues tienen incluso un componente decorativo, y sin tampoco olvidar los espectaculares “modelos “gigantes”.
Aun existiendo diversas formas de jugar y formatos con número muy diferente de palillos, es frecuente la variante de 41 unidades en cinco categorías llamadas Mikado (1 palillo de 20 puntos), Mandarín (5 de 10), Bonzen (5 de 5), Samurai (15 de 3) y Kuli (15 de 2). Que el bastoncito Mikado sea el de mayor valor se explica porque “Mikado” es la palabra japonesa que alude al Emperador, mientras que las demás aluden a otros tantos escalones de la estructura política y militar japonesa.
El carácter nipón del “Mikado” nos hace preguntarnos si este juego o juguete es realmente japonés. Muchas referencias se limitan a reiterar que su origen es realmente chino pues así resultaría de algunos textos del budismo del siglo V, y añaden que su práctica habría pasado al Japón algo después, hacia los siglos VI-VII, coincidiendo con los tiempos en que dicho país empieza a tener conciencia de sí mismo al margen de China, instaurando una dinastía de Emperadores o Mikado (traducible como “Trono del Crisantemo”, y que es la que habría llegado hasta hoy). En esos siglos, en contraste con el alejamiento político progresivo de Japón respecto a China, se habrían incorporado elementos chinos del budismo y taoísmo superponiéndose al sintoísmo tradicional japonés. En ese trasvase cultural y religioso habrían llegado los palillos chinos a Japón, según se afirma.
Lo cierto es que en China existe la tradición de estos palillos. Buscando ese posible origen religioso, nos encontramos con el concepto de Chien Tung, o palillos chinos de la fortuna, también aludido como Kau Cim, o Kau Chim. Es éste un rito adivinatorio en el que un conjunto de palillos o varillas se colocan en un recipiente cilíndrico hueco, generalmente de bambú, y se agita hasta conseguir que una de aquéllas salga del recipiente. La varilla lleva escrito un pensamiento o indicación, que servirá de guía para interpretar un mensaje. En Hong Kong puede verse esta práctica en lugares como el templo Wong Tai Sin, lo que parece confirmar el carácter budista del oráculo. No obstante, hay teorías que se retrotraen aún más, y encuentran antecedentes en la India aludiendo a una diosa femenina que ya utilizaría este sistema.
Dicen que principios del siglo XX llegaron los palillos a tierras occidentales. Se habla de su llegada a Estados Unidos con la inmigración china de entonces; e incluso se cita un barco de la Pacific Dry Goods Company que arribó a San Francisco en 1915 y cuyos tripulantes trajeron los palillos desde China. En el caso de Europa, se alude también de su introducción a través de Hungría. En lugares de Japón como Kyoto o Kamikura siguen practicándose suertes parecidas como el Omikuji, en la que los palillos son sustituidos con papeles que contienen un mensaje y son elegidos al azar por quienes pretenden conocer su destino.
[…] palitos chinos o Mikado es un juego antiguo y muy conocido cuya dificultad radica en la habilidad de los jugadores en […]